sábado, 13 de noviembre de 2010

Amor



Nota: Relato creado a partir de extractos de otros relatos hechos anteriormente por mí. PUBLICADO EN EL LIBRO "RELATOS URBANOS 2010: ESTELAS EN EL CIELO"




AMOR



Recordar aquella noche resultaba inevitable.

Desnudos, arrodillados en el lecho, uno enfrente del otro sin llegar a tocarnos nos miramos y, por primera vez, nos vimos de verdad. Nuestras miradas se reunieron, los miedos se fueron, las dudas emigraron a un lugar remoto y lejano, y con ellas los complejos que habían atormentado, acorralado y limitado tontamente toda una vida desaparecieron.

 La vergüenza no existía, ya nada más importaba. No existía el oxígeno: No nos hacía falta. No había cielo, ni mares, ni siquiera océanos, sólo nosotros dos sumergidos en nuestro propio mundo de simple ternura infinita. Sólo nosotros dos, y eso bastaba. Nuestros labios se aproximaban sin llegar a tocarse, y su mano, dejándose llevar como si de una fina corriente de aire suave se tratara, se deslizó por mi rostro con delicadeza, dando lugar a dulce caricias prohibidas capaces de mover montes y colinas. Daba igual donde tocara, mis tersas mejillas, mi cuello, mi torso… No importaba, pues allí donde acariciaba el placer llegaba fiel como siempre, como el bien y el mal. Como el amor y el odio.

No podía más, quería saciar mi sed, besar sus labios, quería que por fin se entregasen a mí para siempre, y mi corazón lo sabía: Latía tan ferozmente que temí que comenzara a quebrarse. Y finalmente, sus labios se acercaron con delicadeza, con cuidado, como si fuese la primera vez que nuestras comisuras se encontraran. Se rozaron y un extraño fuego recorrió ambos cuerpos, un desconocido fuego interior cuyas abrasadoras llamas lamían cada recoveco de nuestra piel desnuda. Bebí de sus jugosos labios, pero mi sed parecía no desaparecer nunca, no podía apagar aquel fuego que me consumía poco a poco; quería más, mucho más. Nuestros labios se movieron como si de una coreografía se tratara, como si hubieran sido creados el uno para el otro, formando un pequeño baile que danzaba entre las asfixiantes llamas del deseo.

Quise detener el tiempo, agarrarlo con mis propias manos, impedirle el paso y así quedarme allí para siempre, en ese efímero instante, con la única suerte de mi vida, la única razón de seguir adelante y vivir. Después, me abrazó por la espalda, una espalda que en aquel tiempo se encontraba tatuada con palabras de amor. Besó cada parte de mi garganta dando pequeños mordisquitos y dejó escapar su aliento en mi nuca. Cogió con suavidad mis brazos y los alzó con sutiliza como si fueran dos frágiles alas que no supieran volar y estuvieran aprendiendo. Inició un recorrido de caricias labiales, desde mi espalda hasta el último de los dedos de mi mano: Mentiría si dijese que no temblaba a cada beso. Mi cuerpo estaba frío y sus besos eran cálidos. Agradecí que estuviese ahí, abrazando cada parte de mí, protegiéndome del punzante frío con su cuerpo caliente, entonces hasta el aire fresco que respiraba me pareció cálido.

 Por último, tan sólo recuerdo que volvió a besarme de nuevo y, que esta vez, algo semejante al amor rozó por un instante mis labios.


13 Noviembre 2010

5 comentarios :

  1. QUE PORNO, BROO!!de dónde es la template??FELICIDADES A TI TAMBIÉN!!!TE DIJE QUE ESTE RELATO ERA BUENO(LLLLL)

    ResponderEliminar
  2. Sííí!! Este lo había leído antes! :)
    Aunque me acuerdo que era más largo no?
    Enhorabuena,este relato se merecía estar en un libro, sin duda! ;)
    Creo que ya te lo dije en su día me encanta!! jajaj de mayor quiero escribir como tú!!! :P O no, de mayor quiero saber escribir xDD
    Y bueno poco más como ya te han dicho por ahí... Sales muy favorecido en el fondo!!
    ~Marina~

    ResponderEliminar
  3. Muy bueno el relato. Te doy mi más grata enhorabuena!

    Un saludo. :)

    ResponderEliminar
  4. Oh por dios, es de este tipo de relato erótico que me encanta *¬* ¡Congratulations Ángel!

    ResponderEliminar

Seguir

AntiCopia