martes, 26 de noviembre de 2013

Soñador

Él es una hoja otoñal que se opone al viento conductor mientras que, a escondidas, es una vida buscando ese instante de inspiración que lo cambie todo. Detesta a quien ha encontrado el amor, pero llora con Moulin Rouge! y busca a escondidas novelas románticas con finales felices para coleccionar en su apreciada estantería. Odia pensar en ello porque le recuerda sus defectos y sus deseos, y como vía de escape malgasta horas consumiendo entretenimiento basura propio del siglo XXI: Pop barato, series americanas y porno de consumo rápido.

Él mantiene su naturaleza esquiva a la realidad al acabar el día. Sueña con amantes cautivadores entre sus cálidas sabanas. Adora esas pequeñas citas nocturnas con desconocidos que se interrumpen en su  mejor momento con el amanecer. El hecho de que cada noche acaricie la piel de un hombre distinto no le molesta, sino que le alivia, pues no tiene que centrarse en un solo rostro, y simplemente recuerda a cada uno de ellos de forma tenue y como efímeros placeres privados.

Esta vez, al cerrar los ojos, se encontró con él bajo la Puerta de Brandeburgo. Los fríos y rosáceos labios del muchacho soñado se entreabrieron dejando salir un aliento visible ante los ojos invernales de Berlín, y puerilmente, realizó una pregunta en un alemán que él, aún desconociendo dicho idioma, llegó a entender.

Esa noche se refugiaron de la lluvia perdiéndose en la oscuridad de los garitos más lúgubres de la ciudad. Bebieron hasta empantanar de alcohol sus venas y bailaron bajo el compás de himnos dedicados a amores de una noche: Horas de miradas furtivas que quieren más, de manos temerarias  y de besos robados con sabor a vodka que, como siempre, nunca llegaron a más por culpa del celoso despertador.


27 de noviembre de 2013

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